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Evaluándonos…

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Dedicado a mis compañeros de la certificación de yoga ¡Gracias por todo lo que me han enseñado! Los quiero mucho. 🙂 

En este mes de abril se terminan importantes etapas en mi vida, me gradúo de dos formaciones que me han llevado mucho tiempo e inevitablemente llega esa extraña sensación de ser evaluada a estas alturas de mi vida. No lo digo por otra cosa, más que porque no es lo mismo presentar exámenes a los 12 años, a los 18, a los 30, que a los cuarenta.

Uno ya no es estudiante exclusivamente, sino profesionista, mamá, ama de casa, pareja y muchas otras cosas que toman nuestro tiempo y nos demandan atención. Porque aunque mi hijo y mi pareja me dan mi espacio y me apoyan, igual hay que alimentar animalitos, sacarlos a pasear, cocinar algo rápido, limpiar por encimita, trabajar y entre todo eso, darse espacio para hacer guías de estudio, leer y memorizar.

Época de exámenes

Estos últimos días, y todavía hasta finales del mes, estaré presentando exámenes y eso me ha hecho reflexionar en algunas cosas importantes, porque como cualquier persona, me angustia no aprobarlos. Pero en un ejercicio de auto observación me pregunto ¿por qué me siento así?

Creo que un componente importante de la angustia pre-examen es que desconocemos lo que pasará en él, qué preguntarán, qué formato usarán, cuánto tiempo darán para responderlo. Pero cuando no encontramos certeza en el exterior es preciso mirar hacia el interior. Y cuando hago ese ejercicio me doy cuenta de que en mi interior, si me fijo bien a través del velo superficial de la incertidumbre, realmente las aguas están en calma. Y esa calma no es ficticia, proviene de muchas explicaciones.

La primera es quizás la más sencilla, y es que si es mi dharma continuar con este camino, entonces el sendero se abrirá. Esta primera tranquilidad tiene como fundamento la fe. La fe en que mis decisiones han sido correctas, la fe en mi misma y en la misión que vivo.  No hay equivocación en las elecciones del corazón, aunque los resultados no sean los esperados.

La segunda explicación es que todo lo que estoy estudiando ya lo sé. En múltiples vidas o en este misma, he tenido las experiencias y los conocimientos que me van a preguntar. Y no solo yo, todos los aprendizajes de mis ancestros están en mi, solo es cuestión de recordarlos, pero para poder recordar es preciso activar el mecanismo de la memoria y solo puedo hacerlo, si soy uno con la información que busco.

Evaluándonos por Tarwe Hrossdottir-Life Coach Mexico

La ilusión de la separación

Al igual que nuestra naturaleza es una sola con la divinidad, que no hay separación y que esta es solo una ilusión, tampoco hay separación entre el objeto de mi conocimiento y yo. Somos uno, recuerdo y memoria. Yo soy uno con mis ancestros y por lo tanto soy uno con su información, con su experiencia y la mía. Yo soy el objeto y el observador.

La tercera explicación es que todo lo que necesito saber ya lo he vivido, lo vivo todos los días. Me guío por lo que aprendo, y lo que valido se hace parte de mi, nuevamente soy uno con lo que vivo. Soy paz, soy honestidad, soy verdad, estudio las escrituras, tengo devoción y fe. Todo el tiempo se generan samskaras en mi, encuentro los negativos y los cambio por positivos, mi mente fluctúa entre los gunas, he vivido las cinco aflicciones; me conformo de los koshas, y los chakras y nadis recorren mi cuerpo dándome vida y fuerza para escribir esto. He aprendido a respirar conscientemente y mis músculos han sentido los bandhas, mudras y mantras. Soy anatomía y esta se refleja en las asanas que practico.

Los Cuatro Caminos del Yoga

Sigo los cuatro caminos del yoga, soy congruente, he asistido a todas mis clases, he leído los manuales, he puesto atención y he comprendido. ¿Cómo podría pues tener miedo?

Mi tradición me ha enseñado a ser valiente, a enfrentar los retos con coraje, de frente y con actitud asertiva. Unos cuántos exámenes no van a doblegar mi espíritu. Así que cuando me enfrente a ellos, lo haré como el barco que en la orilla se enfrenta al mar, pero que a medida que avanza, navega tranquilo sobre las olas hacia su objetivo.

Y eso me lleva a la última explicación del por qué estoy tranquila, y es preguntarme ¿por qué estoy haciendo todo esto? Si lo hago por ego y fallo, entonces tendré vergüenza. Si lo hago por los demás y fallo, entonces sentiré decepción. Si lo hago por saber más y fallo, entonces sentiré ignorancia. Si lo hago por arrogancia y fallo, entonces sentiré ira.  Si lo hago por interés y fallo, entonces sentiré pobreza.

Entonces ¿Cuál es la única forma de no sentirme mal si fallo? Teniendo la certeza de que el camino que escogí lo hice para aprender. Entonces, pase lo que pase, mi evaluación será positiva porque me atreví a retarme, a hacer algo diferente, a salir de mi zona de confort y conocer nuevas cosas.

No hay equivocación en la experiencia, ni calificación reprobatoria.

Puede haber mala memoria, cansancio, ocupaciones mundanas, pero el corazón, solo él, sabe cuando uno ha dado todo, cuando uno se ha comprometido con la disciplina y la integridad para dar lo mejor de si, aun en el caso de que esto no sea suficiente.

Cuando llega el momento de alguna evaluación externa en la vida, la mejor forma de afrontarla es haciendo una auto examinación de nuestro proceder. ¿Estoy conforme con el tiempo y la atención que le di? Con los recursos que tuve a mi disposición, pocos o muchos, ¿hice lo más que pude? Aquí radica la seguridad con la que me enfrente a toda prueba.

Si el resultado es proporcional, entonces hay buenas razones para pensar que es un camino prometedor y que vale la pena continuarlo.

Si aun dando todo lo que tenías, el resultado no fue equitativo, entonces probablemente tu misión esté en otro lado y esto solo fue una pieza más en tu camino, algo que podrás usar como una herramienta, pero no como un fundamento.

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