Simplicidad ¿Qué es?

Simplicidad no es una palabra muy común. Frecuentemente nuestro entorno está agobiado por el desorden, la acumulación de cosas o los chismes sobre otros.

Los espacios suelen ser cada vez más pequeños y nuestras necesidades cada vez más grandes.

A veces vivir en Simplicidad, es sinónimo de austeridad o carencia. Adoptar la Simplicidad como uno de nuestros valores, implica luchar contra la corriente de consumismo que azota la sociedad. Vivir en Sencillez, lejos de lo que pueda parecer, es increíblemente difícil de lograr, pero una vez que está dentro de ti, cambia tu vida para siempre.

En este artículo, compartiré contigo qué es la Simplicidad y cómo reconocer este saludable camino. En posteriores artículos la pondremos en práctica paso a paso.

La Simplicidad es una filosofía de vida

No es lo mismo tener un estilo de vida, que una filosofía de vida.

Un estilo de vida puede ser pasajero. Puede estar dictado por una moda, la edad o una etapa de la vida.

Una filosofía de vida, en cambio, es un eje, una columna que da cimientos, bases y seguridad. Es algo así como tener un manual para vivir y dejar de improvisar. No digo que improvisar sea negativo, es una de las herramientas que debemos aprender para ser flexibles en el día a día. Pero tener un núcleo de valores, nos acota el camino por el que vamos a transitar, haciéndolo seguro y honorable.

Así pues, la Simplicidad es una filosofía de vida que propone la eliminación de elementos innecesarios.

 

Ejemplo de un poema Zen

 

¿Qué definimos como innecesario?

Para cada uno, lo necesario serán cosas diferentes. Para una persona serán necesarios 30 pares de zapatos, mientras que para otra serán 10, y para otra será uno.

A esta altura nos enfrentamos ya con el primer reto que supone la Simplicidad: la subjetividad de qué significa sencillo para cada uno. Por eso, antes de juzgar a otros, practicar la Simplicidad en nuestra vida tiene que ver con observarnos a nosotros mismos, no a los demás.

Obsérvate a ti mismo, dale atención a tu ego.

Observa tus pensamientos, tus emociones, tus carencias, tus anhelos.

Cuando los hayas reconocido, verás claramente porque tienes lo que has escogido en tu entorno. Cada uno de los objetos que posees, de las amistades que tienes, de los círculos que frecuentas, de los eventos a los que asistes, llena una parte de tus vacíos.

Necesitas porque no posees.

Por lo tanto, lo innecesario es lo que busco fuera de mi porque carezco de ello.

Innecesarias son todas las posesiones, personas, relaciones, entornos, alimentos, pensamientos o hábitos que llenan un vacío de mi propio ser. Son innecesarios los apegos impulsivos, como comprar algo porque está barato, o comer porque está rico.

En ambos ejemplos, al carecer de auto observación, actúo irreflexivamente y me lleno de algo que no necesito.

 

Valorar: Efecto Secundario de la Simplicidad

Otra forma de reconocer lo innecesario, es por medio de la valoración.

Una pregunta muy simple que siempre nos vuelve al Camino de la Simplicidad es ¿esto le aporta valor a mi vida?

Cada vez que vayas a comprar algo, a salir con alguien, a leer un libro, a ver una película, pregúntate ¿Esto le aporta valor a mi vida? No significa que todo lo que hagas deba ser algo profundo. Si volver a la Simplicidad en algún momento, significa ver una película cómica, entonces hazlo. Tener conciencia de tus decisiones, no significa que debas volverte un monje o un amargado.

Valora cada acto que realizas, cada regalo que recibes, cada palabra que dices.

Cuando algo es caro lo comemos lentamente, lo saboreamos, lo utilizamos con cuidado. Tratemos todo en nosotros mismos y en nuestro entorno, como si nos hubiera costado increíblemente caro.

 

 

 

El Zen, el Tao y la Simplicidad

Las filosofías orientales han sido las exponentes más conocidas de la Simplicidad.

Tradiciones como el Budismo Zen y el Taoismo, contienen en su núcleo las enseñanzas más antiguas sobre la Simplicidad.

El haiku, el I Ching, el Chado (Ceremonia del Té), el Ikebana (Arte con las Flores), el Shodo (Caligrafía), el Kodo (Ceremonia del Incienso) son ejemplos de prácticas dirigidas a llevar los sentidos hacia el interior.

Las hermosas enseñanzas de Lao Tse en el Tao Te Ching, o los koan nos enseñan a escuchar la voz interior, la voz de la naturaleza. La respuesta a un koan nunca está en la mente racional, sino en el silencio interior.

Si quieres entender mejor qué es la Simplicidad, investiga sobre estas tradiciones y textos antiguos.

 

 

Minimalismo y Simplicidad

Otra de las relaciones cercanas que tiene la Simplicidad, es con el Minimalismo.

En este movimiento cultural surgido en los años 60, se buscaba que el espectador tuviera la mayor carga en la obra. De forma que al darle el menor número de elementos posibles, este tuviera que esforzarse por sacar de sí mismo su propia interpretación.

El artista se convierte en un lienzo en blanco, en donde el observador refleja su propia realidad. Suena parecido a lo que comentamos ¿cierto?

El Minimalismo es quizás la corriente más reduccionista de la Simplicidad.

No necesitas empezar por aquí si esto te parece demasiado extremo. Dejarlo todo, reducir al máximo las dimensiones de un espacio vital, no son para todo el mundo. Sin embargo, es una opción a la que muchos recurren como una tabla de salvación cuando su vida se ha vuelto demasiado compleja y vacía. A veces encuentran un punto medio, o a veces se quedan allí para siempre, libre de cualquier necesidad superflua.

 

 

 

Economizar: la Regla de Oro

Sí, de una vez te lo digo, vivir en Simplicidad te ahorrará muchísimo dinero. Pero no se trata solo de eso.

Economizar empieza por uno mismo. Es escuchar lo que quiero decir antes de hablar. Es hablar solo lo necesario, usando la asertividad como máxima.

Evita las emociones rebuscadas y complejas en tu vida.

Aléjate de las personas auto complacientes.

Quítale poder a los pensamientos recurrentes.

Ahorrar la energía en el exterior, para ser generoso con el interior, así es una vida en Simplicidad.