Cómo trabajar con el Ego, el Orgullo y el Miedo
En nuestras experiencias humanas con las relaciones hay muchas cosas a superar, muchos sentimientos que deben ser trabajados para que no nos impidan encontrar paz interior, o para que no destruyan los lazos que ya hemos forjado. Entre ellos hay tres en los que me centraré en este artículo y estos son: el ego, el orgullo y el miedo.
Solemos decir que las relaciones se basan en confianza, pero una vez que ese vínculo queda establecido, es muy fácil que “teniendo confianza” olvidemos continuar trabajando en las relaciones y demos por sentado que las personas estarán ahí para siempre. Y lo damos por hecho por ese absurdo voto de fidelidad que hemos construido desde la maternidad o la paternidad, hasta la familia de origen, y eso de que el que es tu verdadero amigo estará ahí siempre que lo necesites.
Es falso que permanezcamos apegados a alguien por el solo hecho de tener un lazo afectivo con esa persona.
Las relaciones deben cuidarse todo el tiempo, quizás todavía más en la distancia o en el crecimiento de los hijos y las parejas, porque estos pequeños ritos de paso pueden llevarnos a que un día desconozcamos a quienes tenemos al lado.
¿De dónde provienen el Ego, el Orgullo y el Miedo?
El ego, el orgullo y el miedo van de la mano porque se conocen muy bien, porque provienen de una raíz común que es la inseguridad, el percibir que los demás son más poderosos, más nobles, mejores personas, más queridos, más admirados. Sentimos que alguien tiene la vida más fácil, que es más bonita o más guapo, o que tiene más dinero que uno mismo y entonces estos tres sentimientos empiezan a aflorar.
A veces lo hacen con ira y violencia de cualquier tipo, para mostrarle a los demás, sobre todo a esos que me recuerdan mi inseguridad todo el tiempo, que no son más que yo, que son igual o más débiles. A veces llegan por medio del silencio, del autismo emocional que nos impide hablar, actuar, cambiar, perdonarnos y perdonar, seguir adelante. Y nos limitamos a vivir relaciones truncas, acostumbradas a la competencia, a ignorar al otro y al egoísmo.
La clave: Vulnerabilidad
Es posible generar una relación conteniendo ego, miedo y orgullo pero de qué nos sirve si no podemos disfrutarla. Cómo educaremos a un hijo, cómo diremos “te amo”, como querremos a otros empáticamente si siempre nos sentimos en este juego de inferioridad-superioridad en el que no podemos hablar de lo que sentimos, de la ayuda que necesitamos porque hacerlo sería reconocer que somos débiles, que necesitamos, que somos vulnerables.
Al acercarse al otro debemos hacerlo en humildad, expuestos a ser amados o mejor dicho, a ser vulnerados, porque eso significa abrirse al amor de la familia, de la pareja, de los demás. Querer a otro ser humano significa reconocer que una parte de mi es lo suficientemente sensible para dejar que la toquen y para disfrutar de ser tocado. No solo en un sentido físico, sino también en la más pura expresión de sentir al otro de la misma manera, que es en última instancia, lo que todos buscamos.
Silenciar al corazón también es nocivo
En las terapias y en todas partes nos recalcan que debemos sentirnos bien solos, que estar completos es lo correcto, y efectivamente en un sentido lo es. Pero solo en parte. Porque si somos honestos con nosotros mismos, ¿para qué buscaría la relación con otro si yo fuera autosuficiente emocionalmente? Yo veo la misma debilidad en un terapeuta con familia y pareja, que en uno sin ella, que nos alienta a estar bien solos. Hay un hambre saciada o un hambre silenciada por la fuerza del auto convencimiento que solamente repite una frase de compasión mercadológica.
El Miedo: Todos queremos pertenecer
Somos seres emocionales, mamíferos, vivimos en manada desde hace miles de años, hay una urgencia en el ser por pertenecer a algo, por sentirse reconocido en otro, en un hijo, en una pareja, en una madre o un padre o en una comunidad. Todos buscamos ser a través de algo más, algo que nos trascienda. Entonces por qué tratar de convencernos de que estamos bien solos ¿qué tiene de malo salir al mundo y buscar a mi manada? ¿Me pueden dañar? Si ¿Y? ¿Me pueden arrebatar lo que conseguí? Si ¿Y? Todo el tiempo vivimos en peligro de perder, lo único permanente es el cambio, por eso en vez de negarnos a la vida, al amor y a las relaciones, hay que experimentarlas para aprender cada vez más.
Encerrarme en un mundo de autosuficiencia, no hace más que reforzar al ego, al orgullo y al miedo. Qué fácil será decirme lo poderoso que soy, lo lejos que he llegado, los trofeos que he conseguido. Pero ¿de verdad los mantengo felices a mi lado? ¿De verdad mido mis logros con el resto del mundo?
[Tweet “Abraza a tu #ego, acéptalo y ámalo” #Autoestima]
El Orgullo: No todo es independencia
Encerrarse en una burbuja de independencia nos lleva a estar solos, a tener todo lo que necesito para no depender de nadie porque en realidad temo que me lastimen allí afuera, que los demás no cumplan con mis expectativas, porque me da miedo ver que en realidad no estoy comprometido con mis relaciones y lo peor, porque no estoy dispuesto a trabajarlo. Tanto la expresión exacerbada de estos tres aspectos, como su ejecución pasiva, llevan al fin de las relaciones si es que estas se pudieron construir alguna vez.
Seamos humildes ante el otro, démosle la oportunidad de ser mejor que yo y de caerse acompañándolo solidariamente en el camino. Eso es amor, eso es cariño, eso es confianza.
